lunes, 16 de noviembre de 2015

Desde hoy y para siempre, tuya.

Porque cada uno de mis textos te los he escrito a ti sin haberte conocido, y sin embargo, hoy tienen nombre y apellidos. Tienen los ojos más intensos que jamás había mirado, tiene la piel más suave que han tocado mis dedos.
Tiene el cuerpo y las medidas perfectas para hacerme perder en Norte, el Sur, y cualquiera de mis puntos cardinales. Las manos culpables de que me retuerza cada anochecer, la boca con el nombre del pecado que cometería cada segundo de mi vida.
Yo no te he idealizado, te he encontrado.
Y créeme cuando te digo que te veo tal y como eres, tú no eres parte de mi imaginación, tú no eres parte de un libro romántico que leer antes de caer rendida ante el silencio de la noche.
Tú no eres veneno... eres una droga deliciosa por la que morir de sobredosis. 
Porque escribir mirándote no tiene precio y sin embargo, pagaría lo que fuera por retenerte en este instante.
Pronto tendré que marcharme y alejarme de ti cientos de kilómetros, no puedo parar de pensar en lo extraño de estar asustada por esto. Quiero gritarle al mundo entero que te tengo, que te he encontrado y que haré hasta lo imposible para conseguir que tú no quieras marcharte nunca.
Puedo mover la Luna si me lo pides, puedo ser lo que quieras que sea, pero sobre todo quiero ser el amor de tu vida, por el resto de nuestras vidas. Quiero susurrarte en la cama que nunca me rendiré ni me cansaré cuando todo vaya mal, quiero casarme contigo un millón de veces en la playa, quiero enamorarme nuevamente en todos los rincones del mundo, pero de ti. Quiero llevarte hasta Marte y allí enseñarte todas y cada una de las constelaciones que yo veo sobre tu espalda. Seré todo lo que me pidas que sea, soy tuya.
Es irónico pensar esto y sentir al mismo tiempo que no puedo compartir contigo más de una vida, por eso de momento déjame regalarte la mía.
Desde hoy y para siempre, tuya.

No hay comentarios:

Publicar un comentario