martes, 17 de noviembre de 2015

"Pequeña sonrisa de Amelie, me tienes ganado"


Sonaba Pereza de fondo cuando empecé a echarte de menos, esa canción me recordó a ti y a como me retorcía entre tus brazos cuando me mirabas a centímetros y me decías que mi sonrisa te había ganado desde la primera vez que nos vimos en esa parada de bus. 
Jamás supe muy bien como describir esa primera vez, yo iba nerviosa, me temblaban las piernas y hablaba por teléfono porque llegabas tarde, pero sabía que ibas a venir. Nos habíamos cruzado un par de veces, tú siempre alargabas el camino para pasar por mi calle, yo siempre compraba chicles para verte a través de aquel espejo que poco después fue cómplice lo de que estábamos formando. No sabía como saludarte, siempre nos habíamos visto a lo lejos aunque nos pasábamos toda la noche chateando. Pero entonces llegaste.
Llegaste y sin esperarlo me abrazaste, me sonreíste y me diste dos besos. Quería saltar, decirle a todo el mundo que después de tanto tiempo te tenía delante, que eras real. Cuando empezamos a hablar y a ver cuantas cosas teníamos en común no podía creerme que eso fuera real. Me preguntaste cual era mi película favorita, "Amelie" te contesté, no tenías ni idea de qué película era, pero decías que así tenías una excusa para vernos otro día, y prometiste que cada día tendrías una nueva y que si no la buscarías. 
Esa tarde recorrimos todas las tiendas hablando de lo bien que te quedaban esos pantalones con el bolsillo roto y de lo mucho que te gustaba mi camiseta de búho, tenía que irme pronto pero eso no te importó, sin miedo ninguno entraste en casa y ya eras uno más, con total confianza empezaste a tocar todo lo que había en mi cuarto, mi portátil, mi altavoz, mi cámara... todo. 
"Que rápido coges confianza" te dije, "Es que creo que voy a pasar mucho tiempo aquí" me respondiste.
Ocho meses después estábamos grabando una nota de voz en la que decíamos que era para nuestros hijos, para que vieran cuanto nos queríamos, y jurábamos que queríamos pasar la vida juntos, contábamos como había sido ese primer día, contabas que te habías enamorado de mi porque era un mundo totalmente opuesto al tuyo y encantador. Yo me había enamorado de ti porque jamás nadie me había hecho sentir así, porque entendí que estaba en el paraíso simplemente porque estaba entre tus brazos, porque tenía las mejores ojeras en mi cama, porque iba a tenerlas por mucho tiempo más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario