sábado, 26 de diciembre de 2015

"Con lo feliz que quería hacerte yo"

Sabía que eras tú desde la primera mirada en aquél parque, desde que te veía cada día a la salida y me sonreías a lo lejos, desde que nos presentaron y lo primero que te escuché decir fue: ya era hora.
Me agregaste y empezamos a hablar todas las noches, los temas de conversación nunca acababan, te interesaban mis tonterías y a mi me encantaba saber sobre lo que te apasionaba.
Supe que eras para mi desde el primer concierto en el que me besaste bajo la lluvia y me prometías que estaría en primera fila cuando el concierto lo dieras tú.
Entendí que jamás ibas a irte de mi vida cuando me seguías con la mirada en todos los bares en los que nos cruzábamos, cuando me cogiste en brazos sin importarte quién pudiera vernos y me decías al oído que nunca iba a dejar de ser tuya.
Comprendí que te quería cuando después de dos años te vi y me temblaron las piernas cuando me miraste, cuando se te cambió la cara al ver que otro me abrazaba, y yo solo quería que fueras tú, volver a sentirme protegida entre tus brazos.
Me arrepentí de todo el tiempo que había perdido sin ti cuando me llamaste a las cinco de la mañana y confesaste: "como has dejado que otros te hagan tanto daño, con lo feliz que quería hacerte yo"

lunes, 14 de diciembre de 2015

"Me vale con ser ese pensamiento que guardas bajo la almohada"


Eso dice Diego Ojeda, tú sabes lo mucho que me gusta leerle antes de dormir, sabes lo mucho que me gusta darle sentido a sus frases en mi vida, pero tú mejor que nadie sabes lo que significa esta frase para mi, para ti, para nosotros.
La primera vez que nos separamos tanto como para rompernos, te escribí la carta más sincera que jamás he escrito, te abrí mi corazón y te dejé pasear en él, pero en todas partes había carteles que ponía 'se mira, pero no se toca'. No estaba dispuesta a que volvieras e hicieras conmigo lo que te viniera en gana, pero llegó septiembre y eso siempre significaba rutina, instituto, obligaciones y yo me tenía que marchar. Asi que te la entregué y me fui.
Pocos días después recibí un mensaje: esta vez no hace falta que me lo expliques, se exactamente lo que significa y lo que quieres decirme con esa frase. 
Y así es, me vale con ser ese pensamiento que guardas bajo la almohada, porque esos son los mejores, los pensamientos secretos, los que guardas donde sea para que nadie se entere, porque no están bien, porque los piensas demasiado o porque pensarlo ya no sirve para nada, quizá porque los eches de menos y aún nadie te ha hecho cambiar de opinión, sigue siendo esencial. Igual porque esos pensamientos son realidades, recuerdos que tú aceptas. que no vienen impuesto, que no son obligatorios, y puede que ahora hasta los disfrutes, porque has aprendido que ya no, que no es el lugar, ni el momento, y quizá ni siquiera sea la vida correcta. Esos pensamientos suelen ser recuerdos que has vivido tú mismo, puede que incluso los hayas dejado plasmados en tu piel. 
Y yo quiero seguir siendo ese pensamiento, ese que a ella le incomoda, que me guardes bajo la almohada como antes guardábamos las notas de buenos días, porque son los últimos pensamientos que eliges al irte a dormir, y los primeros que eliges al despertar. 

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Cuando te conocí.

Llegué frágil a tus manos y tú no te avergonzaste de mis heridas, sabías que no iba a ser fácil y te quedaste, sacaste lo mejor de mi y día a día intentabas liberarme de mis miedos y fantasmas del pasado. Me mirabas diferente, me mirabas con cariño y no con pena. Me abrazabas como si quisieras recomponerme y me hablabas como si no estuviera rota. 
Me regalas un presente y no te inventas un futuro, no prometes a largo plazo, pero cumples cada día. Cuando tengo pesadillas te desvelas conmigo y no intentas tocar mis heridas, me creas sonrisas, cerca y a distancia, y me recuerdas pequeños instantes que nos han hecho llegar hasta aquí. Como el día que te conocí y me prometiste que desde ese día todo iba a cambiar y que me ibas a hacer feliz. 
Me cuentas que no te importa ir poco a poco, que solo te importo yo.
Y me siento única, porque tengo al lado a alguien único que sabe lo que quiere y me quiere a mi, y desde el primer día lo supe, desde el primer beso, desde la primera caricia. Eres ese alguien que llegó a mi vida para arreglarla, y que estás porque quieres estar, eres alguien que lo demuestra y que no se impone. 
Gracias por ser el arcoiris después de tanta tormenta.

La primera vez que te sentí.

Ese día llovía, todo lo contrario a lo que yo sentía dentro de mi, cuando nuestras miradas se cruzaron entendí que lo que sentía eran las mariposas de las que todo el mundo habla, tenía miedo, me temblaban las piernas, tenía las manos heladas, jamás me habían mirado así. Tenías los ojos más sencillos pero más bonitos del mundo, eran los ojos más intensos que me habían mirado nunca. 
Te acercaste y me saludaste, no me salían las palabras, me quedé en blanco, me diste dos besos y te presentaste, sonreíste cuando viste lo nerviosa que me ponías, que me estaba pasando, yo no era así. Me presenté y sonreíste más aún, dios, esa sonrisa, parecía sacada de un libro de amor de esos que crees que jamás van a existir en la vida real. Yo no sabía que decir, pero tú manejaste la situación a la perfección. Me preguntabas cosas sobre mi, que yo respondía sin problemas, quería que me conocieras, quería ser tuya desde la primera mirada. Teníamos que ir a otro sitio, cada vez llovía más, me cogiste de la mano y me llevaste a un bar que conocías, ahí todos mis sentidos se activaron, cuando me tocaste sentí que esas eran las manos que quería que tocaran mi espalda cada noche antes de irme a dormir, quería que fueran las encargadas de hacer que me retorciera cada día cuando me dieras un beso y me acariciaras la cara. Tenías los dedos con los que quería entrelazar los míos el resto de los días que me quedaran aquí. 
Cuando salimos del bar estaba decidida a decirte que estaba loca, loca de remate, pero que esas horas me habían servido para darme cuenta de que quería que fueras tú con quien compartir mis miedos, mis inseguridades, pero te adelantaste. 
Una vez fuera, me abrazaste y por un momento me sentía la persona más pequeña de la tierra, sentía que ahí nada podía salir mal, que entre tus brazos estaba mi futuro hogar. Te acercaste poco a poco a mi y me besaste, de repente parecía que todo el mundo se había paralizado, parecía que todos nos miraban, parecía que eramos los protagonistas de la mejor película del año. Te dije que no todo era tan bonito como lo que habíamos hablado hasta ahora, que había una parte de mi llena de pedazos rotos de amores anteriores. Me dijiste que no te importaba, que tenías pensado pasar el resto de tu vida conmigo, que ya habría tiempo de arreglarlo. 
Ahí sentí que eras tú, que eras ese héroe con el que había soñado de pequeña, que eras ese príncipe que venía a salvarme a la torre donde yo misma me había encerrado, que eras tú con el que quería compartir mis días, mis noches, quería compartir los días de lluvia y disfrutar los días del sol, quería casarme contigo en la playa, y que tuvieramos pequeños que sabía que ibas a cuidar tan bien como me ibas a cuidar a mi. 
Ese día supe lo que era sentir, pues jamás había sentido tanto como el rato que habiamos pasado juntos, jamás nadie había hecho palpitar hasta el último rincón de mi corazón con su voz, la voz que desde ese día quería escuchar cada mañana dándome los buenos días, esa voz que me había enamorado y que me había hecho creer en el amor, a primera mirada.

martes, 17 de noviembre de 2015

"Pequeña sonrisa de Amelie, me tienes ganado"


Sonaba Pereza de fondo cuando empecé a echarte de menos, esa canción me recordó a ti y a como me retorcía entre tus brazos cuando me mirabas a centímetros y me decías que mi sonrisa te había ganado desde la primera vez que nos vimos en esa parada de bus. 
Jamás supe muy bien como describir esa primera vez, yo iba nerviosa, me temblaban las piernas y hablaba por teléfono porque llegabas tarde, pero sabía que ibas a venir. Nos habíamos cruzado un par de veces, tú siempre alargabas el camino para pasar por mi calle, yo siempre compraba chicles para verte a través de aquel espejo que poco después fue cómplice lo de que estábamos formando. No sabía como saludarte, siempre nos habíamos visto a lo lejos aunque nos pasábamos toda la noche chateando. Pero entonces llegaste.
Llegaste y sin esperarlo me abrazaste, me sonreíste y me diste dos besos. Quería saltar, decirle a todo el mundo que después de tanto tiempo te tenía delante, que eras real. Cuando empezamos a hablar y a ver cuantas cosas teníamos en común no podía creerme que eso fuera real. Me preguntaste cual era mi película favorita, "Amelie" te contesté, no tenías ni idea de qué película era, pero decías que así tenías una excusa para vernos otro día, y prometiste que cada día tendrías una nueva y que si no la buscarías. 
Esa tarde recorrimos todas las tiendas hablando de lo bien que te quedaban esos pantalones con el bolsillo roto y de lo mucho que te gustaba mi camiseta de búho, tenía que irme pronto pero eso no te importó, sin miedo ninguno entraste en casa y ya eras uno más, con total confianza empezaste a tocar todo lo que había en mi cuarto, mi portátil, mi altavoz, mi cámara... todo. 
"Que rápido coges confianza" te dije, "Es que creo que voy a pasar mucho tiempo aquí" me respondiste.
Ocho meses después estábamos grabando una nota de voz en la que decíamos que era para nuestros hijos, para que vieran cuanto nos queríamos, y jurábamos que queríamos pasar la vida juntos, contábamos como había sido ese primer día, contabas que te habías enamorado de mi porque era un mundo totalmente opuesto al tuyo y encantador. Yo me había enamorado de ti porque jamás nadie me había hecho sentir así, porque entendí que estaba en el paraíso simplemente porque estaba entre tus brazos, porque tenía las mejores ojeras en mi cama, porque iba a tenerlas por mucho tiempo más.

lunes, 16 de noviembre de 2015

Desde hoy y para siempre, tuya.

Porque cada uno de mis textos te los he escrito a ti sin haberte conocido, y sin embargo, hoy tienen nombre y apellidos. Tienen los ojos más intensos que jamás había mirado, tiene la piel más suave que han tocado mis dedos.
Tiene el cuerpo y las medidas perfectas para hacerme perder en Norte, el Sur, y cualquiera de mis puntos cardinales. Las manos culpables de que me retuerza cada anochecer, la boca con el nombre del pecado que cometería cada segundo de mi vida.
Yo no te he idealizado, te he encontrado.
Y créeme cuando te digo que te veo tal y como eres, tú no eres parte de mi imaginación, tú no eres parte de un libro romántico que leer antes de caer rendida ante el silencio de la noche.
Tú no eres veneno... eres una droga deliciosa por la que morir de sobredosis. 
Porque escribir mirándote no tiene precio y sin embargo, pagaría lo que fuera por retenerte en este instante.
Pronto tendré que marcharme y alejarme de ti cientos de kilómetros, no puedo parar de pensar en lo extraño de estar asustada por esto. Quiero gritarle al mundo entero que te tengo, que te he encontrado y que haré hasta lo imposible para conseguir que tú no quieras marcharte nunca.
Puedo mover la Luna si me lo pides, puedo ser lo que quieras que sea, pero sobre todo quiero ser el amor de tu vida, por el resto de nuestras vidas. Quiero susurrarte en la cama que nunca me rendiré ni me cansaré cuando todo vaya mal, quiero casarme contigo un millón de veces en la playa, quiero enamorarme nuevamente en todos los rincones del mundo, pero de ti. Quiero llevarte hasta Marte y allí enseñarte todas y cada una de las constelaciones que yo veo sobre tu espalda. Seré todo lo que me pidas que sea, soy tuya.
Es irónico pensar esto y sentir al mismo tiempo que no puedo compartir contigo más de una vida, por eso de momento déjame regalarte la mía.
Desde hoy y para siempre, tuya.

domingo, 15 de noviembre de 2015

Eres todos los verbos en modo perfecto.

Te elegí a ti para todo, para compartir mis días, mis meses, mis años. Te elegí a ti porque hiciste de mi alguien mejor, porque solo tú me viste cuando era invisible, porque solo contigo podría haber sido tan mágica aquella noche, porque solo contigo podría haberme sentido tan viva.
Te elegí a ti porque eres todos los verbos en modo perfecto. Porque solo tú sabes que las palabras no son lo mio, pero las hago nuestras. Y te lo digo por aquí porque cara a cara no me va a salir, porque cuando te vea solo voy a tener ganas de abrazarte, de perderme contigo en cualquier rincón de la isla, y de volver a contar tus lunares, colgarme de tu espalda y sentir que nada puede salir mal.
Pero ni aquí voy a poder expresar cuánto, ni de que modo te quiero, porque para eso no existen palabras, para eso hace falta que te veas con mis ojos y entiendas el porqué y como he llegado a sentir tan fuerte.
Pero si se expresar que daría mi vida por la tuya, que cambiaría tus lágrimas para poder llorarlas yo, y si pudiera pedir un deseo, desearía que nadie en este mundo te hiciera daño.