miércoles, 18 de noviembre de 2015

La primera vez que te sentí.

Ese día llovía, todo lo contrario a lo que yo sentía dentro de mi, cuando nuestras miradas se cruzaron entendí que lo que sentía eran las mariposas de las que todo el mundo habla, tenía miedo, me temblaban las piernas, tenía las manos heladas, jamás me habían mirado así. Tenías los ojos más sencillos pero más bonitos del mundo, eran los ojos más intensos que me habían mirado nunca. 
Te acercaste y me saludaste, no me salían las palabras, me quedé en blanco, me diste dos besos y te presentaste, sonreíste cuando viste lo nerviosa que me ponías, que me estaba pasando, yo no era así. Me presenté y sonreíste más aún, dios, esa sonrisa, parecía sacada de un libro de amor de esos que crees que jamás van a existir en la vida real. Yo no sabía que decir, pero tú manejaste la situación a la perfección. Me preguntabas cosas sobre mi, que yo respondía sin problemas, quería que me conocieras, quería ser tuya desde la primera mirada. Teníamos que ir a otro sitio, cada vez llovía más, me cogiste de la mano y me llevaste a un bar que conocías, ahí todos mis sentidos se activaron, cuando me tocaste sentí que esas eran las manos que quería que tocaran mi espalda cada noche antes de irme a dormir, quería que fueran las encargadas de hacer que me retorciera cada día cuando me dieras un beso y me acariciaras la cara. Tenías los dedos con los que quería entrelazar los míos el resto de los días que me quedaran aquí. 
Cuando salimos del bar estaba decidida a decirte que estaba loca, loca de remate, pero que esas horas me habían servido para darme cuenta de que quería que fueras tú con quien compartir mis miedos, mis inseguridades, pero te adelantaste. 
Una vez fuera, me abrazaste y por un momento me sentía la persona más pequeña de la tierra, sentía que ahí nada podía salir mal, que entre tus brazos estaba mi futuro hogar. Te acercaste poco a poco a mi y me besaste, de repente parecía que todo el mundo se había paralizado, parecía que todos nos miraban, parecía que eramos los protagonistas de la mejor película del año. Te dije que no todo era tan bonito como lo que habíamos hablado hasta ahora, que había una parte de mi llena de pedazos rotos de amores anteriores. Me dijiste que no te importaba, que tenías pensado pasar el resto de tu vida conmigo, que ya habría tiempo de arreglarlo. 
Ahí sentí que eras tú, que eras ese héroe con el que había soñado de pequeña, que eras ese príncipe que venía a salvarme a la torre donde yo misma me había encerrado, que eras tú con el que quería compartir mis días, mis noches, quería compartir los días de lluvia y disfrutar los días del sol, quería casarme contigo en la playa, y que tuvieramos pequeños que sabía que ibas a cuidar tan bien como me ibas a cuidar a mi. 
Ese día supe lo que era sentir, pues jamás había sentido tanto como el rato que habiamos pasado juntos, jamás nadie había hecho palpitar hasta el último rincón de mi corazón con su voz, la voz que desde ese día quería escuchar cada mañana dándome los buenos días, esa voz que me había enamorado y que me había hecho creer en el amor, a primera mirada.

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